Relato de viaje

En la selva de los ríos Napo y Sucusari


Perú, país maravilloso de grandes contrastes. Nos invita una vez más a deleitarnos con la naturaleza. Esta vez volamos a Iquitos para conocer la selva de los ríos Amazonas, Napo y Sucusari.

Desde lo alto podemos admirar el mar, la costa peruana, los majestuosos Andes con sus nevados y luego una inmensidad verde, formada por la gran cantidad de árboles, que parece un manto interminable y entre los árboles de pronto serpenteando los ríos. Es una maravilla. Hay que verlo para sentir lo afortunados que somos en este país.

Llegamos a Iquitos, fuimos recibidos y llevados en bus de Explorama al embarcadero en el río Amazonas. A bordo del Amazonas Queen, embarcación de tres pisos, navegamos por el gran río Amazonas. Las grandes islas que hay en el centro hacen difícil ver la inmensidad de este caudaloso río. Teníamos un día soleado, aunque la temperatura no sofocaba. Nos cruzamos con varias embarcaciones grandes y pequeñas.

Ese día nuestro destino era ExplorNapo. Luego de dos horas de viaje llegamos al embarcadero de Ceiba Tops, alojamiento de primera clase en plena selva, donde almorzamos.

Pudimos apreciar que la mayoría de los turistas que viajaron con nosotros se quedaron en Ceiba Tops, donde encuentran todas las comodidades desde aire acondicionado, agua caliente, piscina, jacuzzi, etc. y un magnífico buffet en el comedor, además del buen servicio   Schwimmbecken, Jacuzzi, usw. finden, sowie ein köstliches Büfett im Speisesaal und einen hervorragenden Service.

Luego del almuerzo tuvimos la oportunidad de trasladarnos en diferentes transportes, peque peque, mototaxi y otro bote más grande techado con motor potente, por el río Amazonas y el río Napo, siempre guiados y atendidos por nuestro guía Orlando y los pobladores agradables y hospitalarios, hasta llegar al embarcadero de ExplorNapo en el río Sucusari.

En ExplorNapo, un lodge construido y adaptado al ambiente natural, en plena selva, la noche se transformó en un ambiente romántico y místico. El mismo lodge está iluminado tenuemente por lamparines y se deja escuchar los sonidos de la selva, el croar de los sapos, el chirriar de los grillos, sonidos de diferentes insectos y pájaros, que hacen volar la imaginación. Se puede dormir tranquilamente ya que las camas están cubiertas con mosquiteros.

Luego del desayuno (un buffet exquisito con jugo, café o infusiones, leche y agua especialmente envasada para Explorama) en los días que estuvimos hicimos varias excursiones. El primer día en ExplorNapo a las siete de la mañana iniciamos nuestra caminata hacia el Puente colgante entre las copas de los árboles (canopy walk way). Me di con la sorpresa que no era como yo lo imaginaba «un puente», sino tramos del puente que van suspendidos de 14 árboles más altos del lugar y en total 8 plataformas. Estos tramos van subiendo cada vez más hasta los 35 metros de altura. En total los tramos dan 500 m de largo, siendo el puente colgante más largo de esta clase del mundo. Este puente ha sido construido por unos ingenieros extranjeros voluntarios y un peruano que es el que se ocupa actualmente de su mantenimiento. En su construcción se ha tomado en cuenta no dañar los árboles. En un inicio el puente fue construido para investigaciones científicas y actualmente está abierto para turistas. El puente con sus plataformas es el mirador privilegiado de la selva ya que permite una vista sobre la copa de los árboles, fuera de lo común.

En la copa de los árboles hay mucha vida en al selva, diversas especies de pájaros, monos, ardillas, insectos, etc., así mismo la gran variedad de plantas que crecen encima de los árboles: orquídeas, bromelias, philodendron, las lianas que penden de las copas de los árboles casi hasta el suelo. La altura de los árboles y lo tupido de la vegetación (sólo 2 a 3% de la luz llega al suelo) crean un ambiente de sombra y humedad en el bosque. También pudimos observar la variedad de hongos y diversas clases de hormigas que dan la impresión que las hojas se trasladan solas. Hay algunas hormigas que muy rápidamente cortan las hojas y las transportan ordenadamente a su hormiguero.

Del puente luego caminamos hasta el Jardín Etnobotánico, donde un chamán nos explicó para qué utilizaban las diferentes especies de plantas que cultivaba, como la uña de gato (desinflamante), la berbena (para el asma), maracuyá, botón de oro (como anestésico), unos pequeños ajíes amarillos y rojos ... 

Al mediodía retornamos al lodge para almorzar. Había un exquisito buffet (pez el dorado, frejoles, yuca, maduro, ensalada de col con tomate, sandía, piña, agua, café, ...).

Por la tarde fuimos en peque peque a una laguna para tratar de ver al ave prehistórica, la única ave rumiante (tiene dos estómagos), el «shansho». En el trayecto vimos varias aves, oropéndolas, guacamayos, loros, tucanes, mariposas (entre ellas la hermosa mariposa morfo con el azul intenso en sus alas), murciélagos, halcones y otras especies de aves. En uno de los árboles estaba un pelejo (oso perezoso).

Cuando llegamos a la laguna, nos detuvimos en una entrada donde habían unos ceticos (enormes árboles) que son los preferidos de los pelejos y en ese árbol habitan unas hormigas agresivas que defienden el árbol, está plagado de ellas. Allí en ese lugar podíamos escuchar el gran alboroto de los shanshos que al sentir nuestra presencia no se dejaban ver bien, pero sí escuchar. Son aves grandes que no vuelan mucho. Tienen un penacho de plumas en la cabeza y hacen mucho ruido. 

Volvimos al lodge y luego de la cena salimos a ver la noche oscura en peque peque, para sentir la grandeza de la selva. El bote se detuvo y con nuestras linternas tratamos de ver algún movimiento entre los árboles cercanos. No vimos nada pero sí escuchamos el ruido y la vida que cobra la selva en la oscuridad. De trecho en trecho una que otra luz de las luciérnagas nos hacía ver que allí estaba la ribera del río, todo lo demás era oscuridad y las estrellas en el firmamento. Yo pensaba «qué paz se siente en esta inmensidad oscura», uno se siente tan pequeño.

Regresamos y nos fuimos caminando por el sendero iluminado con mecheros a nuestra habitación para dormir, donde nos esperaba un lamparín prendido.

Por la noche llovió. A la mañana siguiente todo estaba húmedo. Después del desayuno y en plena lluvia, con nuestros ponchos impermeables, salimos en el bote abierto, fuimos a pescar pirañas. 

El trayecto por el río Sucusari fue muy húmedo de arriba y de abajo hasta que llegamos a un afluente del río y podía notarse la diferencia, ya que era de color negro. Orlando nos explicó que las hojas de los árboles que crecen allí al caer al agua se descomponen dando lugar al tanino que es la sustancia que da el color negro al agua ... y allí viven las pirañas. Pasamos por tramos que se iban angostando o ensanchando por la vegetación que crece, cae al agua y sigue creciendo y las raíces aéreas de otras plantas que llegan hasta el agua, parecía una maraña de ramas, raíces, troncos que se tejen en el aire, así como un escenario de misterio. Pájaros que alzaban el vuelo en cuanto pasábamos, murciélagos que volaban al acercarnos y mariposas. Ya no llovía y llegamos a un espacio apacible cerca de la orilla.

Orlando nos alcanzó unas cañas de pescar (hechas por ellos mismos de unas ramas, hilo de plástico y anzuelo) con carnada de trozos de carne cruda. Lanzamos las cañas para pescar y después de varios intentos algunos de nosotros tuvimos suerte de pescar pirañas blancas, doradas, y pez gato.

Tendría que advertir que si van a pescar y tienen lentes, asegúrenlos con un cordón, ya que si se caen queden colgados del cuello. Eso no sucedió con Erwin. Al tratar de espantar un mosquito, espantó sus lentes que cayeron al agua. La profundidad, pudimos comprobar con las cañas de pescar, era de más de dos metros, así que no pudimos pescar sus lentes. La próxima vez pescaremos una piraña con lentes.

Esté atento a la continuación en uno de los próximos números.

Laura Scarsi de Dopf

De: «Peru-Spiegel / Espejo del Perú», Nº 87, Setiembre 2003

Programa para revivir la experiencia de este  viaje

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