Relato de viaje

Vacaciones en Pozuzo


En el mes de Julio concretamos nuestro viaje al Pozuzo: 4 familias (9 adultos y 10 niños) nos enbarcamos en la aventura de conocer un poco más del Perú y de su historia.

Partimos un domingo, y luego de atravezar Ticlio, sin la aparición del temido soroche, llegamos a Tarma para el almuerzo. Continuamos viaje luego hasta La Merced, en donde decidimos pernoctar para posteriormente enrumbar al día siguiente al Pozuzo, previa ceremonia de vacunación contra la fiebre amarilla. Luego de 3 horas de recorrido por un camino de trocha llegamos a Oxapampa en donde nos detuvimos para almorzar. Nos apresuramos un poco a fin de lograr terminar nuestro recorrido hasta Pozuzo con luz de día.

Dejamos Oxapampa, y comenzamos el tramo final, disfrutando del paisaje, de las montañas verdes, de vez en cuando cruzando pequeños riachuelos. De camino pudimos apreciar las labores de recolección de rocotos de algunos pobladores.

Arribamos a las 7 al albergue de Frau Maria Egg, quien desde el primer momento nos mostró la hospitalidad de los pozuzinos. De la mano con Frau María pudimos conocer la historia de los colonos austro-alemanes, de cómo tuvieron que abrirse camino para llegar a la selva virgen, adaptar sus costumbres, sus comidas, como por ejemplo el Strudel, que en Pozuzo lo hacen de plátanos, por ser la fruta disponible en lugar de la manzana.

Frau María nos permitió vivir un desayuno al estilo de sus ancestros en la casa de sus padres; en donde tuvimos que ordeñar la vaca para obtener nuestra leche. Frau María ya había horneado el pan en un horno a leña. Preparamos jugo de naranjillo en licuadora manual. Toda una experiencia que permite apreciar la tecnología de hoy, pero que a la vez nos hace meditar, si estamos invirtiendo bien el tiempo adicional que esa tecnología nos brinda.

Aparte de un aire limpio, se respira tranquilidad, y no sólo por el hecho que estuviéramos disfrutando de vacaciones, sino porque se puede sentir en el ambiente.

El 24 de julio es el día central del pueblo en donde a través de un desfile de delegaciones, de colegios, institutos, autoridades y demás pobladores, se van mostrando los trajes típicos de faena y fiesta, los primeros instrumentos de labor utilizados en la agricultura, etc., y mientras defilan se va narrando los hechos relevantes de la vida cotidiana de los primeros colonos. Por la tarde luego de finalizadas las ceremonias, los pozuzinos invitan a todos los visitantes a degustar los bocaditos típicos: como son los panes de maíz, las bolas de arroz, etc.

También tuvimos oportunidad de practicar canotaje, pasar una tarde en la playa del río y realizar caminatas.

Regresamos a casa con la satisfacción de haber pasado unos días al lado de la naturaleza, en un paraíso escondido.

Luisa Puertocarrero

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